sábado, 27 de febrero de 2010

One Way Ticket

El desastre llegó de viaje, arribó cargando en una garra la desolación y en otra un boleto sin regreso…y no es que fuera algo nuevo. El hambre, la opresión y los sueños postergados, habían sido una constante desde que su rostro había sido dibujado con lápices de carbón en el vientre de su madre artista, para luego convertirse en un rostro más de aquél cuadro muy negro también, que sin embargo contrastaba con vivos azules y verdes frescos incapaces de ser reproducidos por el mejor pintor que se preciara de serlo.

Y es que había vivido siempre con muy poco, había ido caminando por la vida muy ligero, pero ésta vez era distinto…Ahora no tenía mas nada que su dignidad cargando a cuestas, nada más que un boleto de avión que debía llevarlo a la tierra prometida, a otro cuadro pintado con barras y estrellas, aquél donde muchas veces con recelo había visto rostros blancos y cuerpos redondos que en nada se parecían a los brazos delgados que temblorosos sostenían el ticket de la huida.

Un paso bastó para que la puerta cerrara y el azul caribe quedara atrás y otro paso fue suficiente para que al abrirse se pintara ante su vista otro azul, aquél que solo de mirar le produjo frío y una tristeza más honda porque era una tristeza vacía y solitaria.

Buscó las estrellas y no encontró más que las del firmamento. Recordó entonces que alguien lo había olvidado. Olvidó entonces que alguien todavía lo recordaba. Y cuando se acordó de sí mismo quiso volver y recordó entonces que tenía un boleto, pero éste decía con letras rojas en forma de barra “One Way Ticket”, miró luego a las estrellas y recordó que había olvidado como regresar.


“Nunca un Haití sin América Latina y nunca una América Latina sin Haití”

Mili

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