Me he despertado de pronto,
tú me estabas gritando enfurecido
destrozabas la noche,
rompías en pedazos la materia.
He comprendido entonces
tu obsesión
por las manos manchadas de sangre
También yo mataría,
incluso a ti:
me haces soñar sin tregua,
no me dejas dormir.
Clara Janés. "Kampa" 1986
Ni tenía que preguntarlo, clin, clin, you are there. Es que la luz de mi habitación estaba encendida. La respuesta estaba clara y firme debajo de tu pantalón. Ya no, ya no eres tú. Ya no soy yo. No quieres hablar. Que nada tiene que ser explicado. Sí, sí tiene que ser explicado. Soy palabras. Ésta soy yo, y contigo no renuncio a mí. Tu cara de avergonzado, de mezquino, de triste, de frustrado.
Eres violento. Lo tienes en esas formas de tocar, de tomarme de la barbilla, de estrecharme contra ti, pero te mostré cuan violenta puedo ser: a través de la palabra, a través de la negativa. No penetrarás. No me iré contigo. No lo haré en la cocina ni en la cochera con mis padres despiertos, ni aunque dormidos estuvieran, ni escaparé a las dos de la mañana a tu casa. No así. Y sí, sí hablaré, y te diré todo eso que no quieres escuchar. Y tu cara de niño al que según tú he regañado no me importa, me importa una nada. La prohibición soy yo. No me transgredirás. Ni tú, ni nadie. Porque ahora me eres ligero, eso que puedo tomar y desechar. No me poseerás.
Y es que en eso quieres que me convierta. En una tremenda cabrona, que mire lo vulnerable que eres y me ría.
Y así te besaba, con los ojos bien abiertos -de la que no ama, de la que sólo siente desprecio- y así te los clavo para que nunca los olvides. Te sonrío cínicamente y te digo a los ojos que ahora soy yo la que pone las reglas del juego, puedo ser un monstruo. Créemelo sí que puedo serlo. Ni apetito me das. Vete como puberto a hacerte una paja en tu colchón en el suelo antes de dormir- trata, quizá así se libera un poco de estupidez.
Es como una prueba para demostrar que ya no eres una politoxicómana. Pongo todos mis vicios sobre la mesa: el cúmulo de todos ellos, de todos esos años, de todos esos hombres. Salí ilesa.
Será el encierro de estos días que hace deseen devorar la piel. Terminaste por abrir la puerta tu solo para marcharte de casa. Con la sangre caliente, con la piel a punto de estallar. Adiós ligero, adiós casual.
Antes: Que no te salgas del margen. Que no te presentes sin el uniforme. Que no tutees a tus mayores. Que no camines encorvado. Que no tomes café antes de dormir. Que no consumas azúcar -si quieres verte como las modelos- y que no consumas grasa -si buscas evitar la contaminación de tus arterias. Según la época y la tendencia del momento, algunos médicos también recomiendan no comer tubérculos (cáncer, tal vez).
Que no juzgues a tus padres. Que no seas malagradecido. Que no dejes de creer en Dios y que no dejes de rezarle cada noche. Evita los disgustos, evita los malentendidos. No seas grosero ni cuando la ocasión lo merite (¿hay momentos para la grosería?). Da la espalda tanto al miedo como a la felicidad. Rechaza los extremos y busca el equilibrio.
Ahora: Que no piense en ti. Que no recuerde tus manos ni imagine lo que éstas hubieran podido seguir haciendo con mi cuerpo. Que no escuche tu voz (ni siquiera en sueños) ni lo que hubiera podido seguir escuchando de tu boca. Que no piense en ti. Que me convenza a mí misma de que no existes (sólo existe lo que uno es capaz de ver). Que llegue a ver tu cuerpo sin verte a ti en él. Que deje de ver en mí lo que hay de ti. Como los tubérculos –quién diría- tú también te conviertes en producto dañino para la salud mental (a pesar de tus cualidades nutritivas); siempre, claro, según la tendencia del momento… No existes: fuiste tú quien me prohibió seguir imaginando.
Les escribo desde mi cubículo de trabajo. Esta vez, con un cubre bocas, toallas desinfectantes, guantes de latex y evitando saludar de beso a cualquiera que se cruce en mi camino. El gobierno habla y habla como si sus palabras pudieran hacerme entender la situación. Escépticamente, busco alternativas a las respuestas otorgadas.
¿Manipulación?¿Emergencia?¿Por qué nos ocultan información?
El cuerpo inerte de un humano, con su espectro de viscosidad inconclusa; ente ahumado en fétidos gases que encorvan la garganta a punto de ebullición, la piel casi acartonada, la imagen decadente de aquello que ya-no-es. Fue. Ahora, los ojos del espectador; círculos perfectos de incertidumbre, aún ahí, en la única creencia de la materia y nada más, aún ahí la muerte es el hueco que inunda un espacio minúsculo en cada célula y la completa a través del vacío ostentoso y cruel, violento y nauseabundo de ver que uno no será más. Reacción latente casi palpable al instante, como la escultura que yace en la plaza principal de Palermo. Tan visceral y tan retraída del ambiente que pareciera no existir. Es sólo por que persiste ahí, tan obvia y repetitiva que he de soslayar mi vida con la expectativa de lo que ES. Sin vislumbrar que lo que NO ES me refleja mas nítidamente. Me aclara. Y yo no quiero ser negra. La muerte: el acto de presenciarla, tan fatídico y consumante como comer, respirar y coger; la muerte allí me priva. ¿De qué? Nada, ella misma es la irónica reverberación. Si muero es que no estoy viva. Otro que murió no es. Pero la nada no existe. Aquí en medio del asco de mi boca y la niebla de mis ojos…Aquí me prohíbo entera. Ser capaz de vislumbrar tanto de lo que no es, me prohíbe la existencia; a donde quiera que dé el primer paso, cualquiera que sea mi pensamiento después de abarcar semejante acontecimiento es ya por sí mismo un milagro. Transgredí esa regla tan obvia, la muerte, para vivirme día a día. Supondría un acto noble, derrochando un señorío casi divino el simple hecho de “pensir” (pensar-sentir) después de ser poseída por el secreto de la carne. Sin embargo, “pensimos” como si la célula nunca fuese recubierta de huecos. Si yo no viera mi hueco celular finando (curioso tiempo de la palabra fin… esta sucediendo el fin….tan presente y tan ya pasado) entonces la barbarie y el martirio estarían tomando el trono de mis miembros. Habría de transgredir la misma permisividad de la trasgresión, que antes mencionada, era noble. Ahora me acobardo ante el complejo de vivo y me ulcero en el éxtasis de la “libertad.” Mezquino. Vulgar. Cagada pura y hastiosa. Yo que he visto cuan mierda puedo ser, olvido que soy porque violo a mi-muerte al concebirla, entonces me reconozco tan humana como la mierda. Pero aquel que no reconoce ni a la muerte, las heces son sus células cancerígenas, donde rige el miedo y la vergüenza, y la imprudencia de un estúpido. Y decido unir a miles que agónicos y los contagio con verborreas de defensa. Y los atiborro con un sentido nacionalista que sólo busca coartar y enmohecer la gran escultura de la gran plaza. Y los lanzo a guerrear. Y teñir de negro aquello que proclamo mío. Entrar en la casa de algún otro que es y ultrajar como si nunca fuera a no ser; sin conceder el más mínimo acto de nobleza y dignidad. Historias sin autor…
La toman del cabello, la arrojan al suelo y la nariz se estrella sangrando, se baja el pantalón y ofende entre las piernas con voracidad. Mientras más adentro raspa con el fuero de su vergüenza más limitado ES. Una sola línea se dibuja en su acto. Un espejo roto y empañado.
Patean la puerta y las balas se apoderan del silencio que usualmente rompe la mañana. Llegan a la habitación, sin luz, toman al hombre; pierde los dientes de un sólo golpe con la culata de una M240 y sus cachete izquierdo se deforma ante la presión de la bocacha. Una serie de tiros le perforan el cachete, atraviesan la garganta y le explotan el cerebro. Toman a la mujer; ella ha visto todo, la atraviesan con la misma ametralladora, ya dentro disparan procurando un río de sangre despidiendo (nota, ya inerte pero aun haciendo) los maquiavélicos olores. Mientras tanto en la otra habitación ya tomaron a los niños el pequeño de meses es arrojado por la ventana y cae sobre un contenedor de basura que estaba semiabierto. Los otros dos son balaceados con los ojos a la pared. Mas de 60 balazos cada cuerpo.
Llega a su escritorio, se sienta y “considera” que el narcotráfico es vulnerable al trato con tanque y cañón, unifica fuerzas para ignorar al otro mundo… Ignorar el mundo que tiene hambre (tan visceral como el hueco de la célula), el que desaparece en desiertos, el que cierra los ojos y se hace invisible cuando se aproximan los federales-estatales-municipales (poco importa), el que come las sobras ferroviarias, el que a orillas de un río con machete se define como ciudadano, el que en diciembre festeja acribillado la miel que no le ha sido devuelta, el que cruza para no volver, el que con un simbólico toque de queda no sale después de ponerse el sol, el que no confía en los taxis, el que después de veinte años desespera el juicio hipotético que nunca llegará, el que carga la gripa-pulmonía de cuatro de sus seis hijos que culminó en muerte a las alturas de una sierra ilusoria, el que en quince años de dobles turnos y horas extras de trabajo no ha logrado poseer una vivienda, el que…el que…el que… ÉL QUE “CONSIDERA”. Cagada pura y hastiosa. No sabe siquiera que no sabe.
La prohibición en su más nítida imagen, existe a partir de la muerte que todos, aunados o no, experimentaremos. Su magnificencia radica en como pensimos al hacernos muertos. Tanta prohibición al momento de evidenciar mi existencia vasta, minimalista y responsable de todo y nada… transgredir esa inmovilidad-prohibición que nace de ver a un muerto es la prohibición en bruto “magnánima como una gaviota en vuelo que caga sobre el ojo de un águila” (citando a Julio Medem - Caótica Ana) Si no han de ser caminos de vida…. Entonces es el estúpido profanador y soberbio Dios que todo lo sabe y lo ve y que con ojos cerrados cree que es de buena suerte si le caga un pájaro en los ojos. ¡Es mierda! ¡Aprende a verla inútil! Tómala y digiérela como lo haría un animal cualquiera. Y sigue un camino de vida. Que la prohibición posibilita la transgresión, emblema evolutivo. Pero no la transgresión emblema de tu vanguardia y profanación de humano. Cuando es mierda, ES MIERDA. L I T E R A L
Vaya época para nacer, cuando nací lloré y lloré, sólo me escucharon el doctor y mi progenitora (la enfermera ni lo notó porque en ese momento estaba hablando con otro enfermero que a través de la ventanilla le preguntaba si quería que le trajera unos taquitos al vapor para la comida; entre nos, estaba pegando chicle), grité lo mas fuerte que pude, soberbia estrenando pulmones.
Mala pata la mia haber honrado al mundo con mi existencia en un hospital con tanto ruido, maldita sea, si hubiera nacido en un pueblo hace cincuenta años estoy seguro que hasta las vacas a lo lejos hubieran reconocido mi voz.
Válgamela virgen, diría mi abuela con tanto ruido en el mundo uno ya no puede escuchar sus pensamientos.
RUIDO, ruido cuando voy al supermercado y quiero escoger mi cereal, camino por el pasillo con el letrero de “cereales” y de pronto mi cabeza es asaltada por Melvin que me invita unas chocoaventuras y el capitán Crunchse levanta el sombrero para coquetearme, pero las cosas se ponen rudas cuando la esbeltísima persona del Special K me recuerda que tengo que reformular mi silueta consumiendo sus dudosas hojuelas (sin albur) por 15 días… YA CALLENSEEEEE dejen mi pobre conciencia en paz, mejor me llevo las zucaritas que siempre compraba mi mamá.
Gracias a todos los dioses que por fin alguien se dio cuenta de ese problema, la nueva Kotex, une a la toalla delgada con alas y a la super absorbente en un-solo-producto para que yo ya no tenga que decidir, que detalle muchachos; ahora que también “soy telcel” ni que hacerle, suerte que ya no he de pensar cuál compañía telefónica me conviene. Chale, solamente me queda elegir entre treinta tipos de pastas de dientes, veinte marcas de quesos y como cuarenta y siete presentaciones distintas de papel higiénico.
Ya que haga el súper voy a pensar que haré con mi vida, ya que vaya a la farmacia y escoja un antigripal, ya que decida cuál es el carro de mis sueños, entonces y solo entonces entenderé cuál es el sentido de mi vida, quién soy y qué chingados hago aquí.
Si el chocotorro y toda su prole se callaran,podría escucharla a ella…
SILENCIO
Sutil intuición que me dice que no los necesito, que me hace sentir la certeza de ser congruente con mis adentros, que me muestra chispas de luz para andar los caminos…
Son las seis con quince, preparo el café, me ducho, continúo el sueño, solo ese olor es capaz de despertarme del letargo. La casa sola, es sencillo andar desnudo. Voy por el periódico y desecho la primera parte, no me ha gustado. Espero con todas mis fuerzas que hoy no se hable de ningún muerto, de ningún decapitado, que de repente el gobierno sea otro, empleo, comida, que los presos políticos sean justo eso. . .políticos.
No. Todo sigue, más que noticias parece el "Diario de un país caído". Narco. Otra página. Muerte. Otra página. Corrupción. Otra página. Iglesia hasta los cachos con el estado (Soberana nación).
Castrenses como policías, policías castrados. General supremo de la comedia cotidiana.
Armas, abusos, ultrajo. "Más si osare un conocido enemigo profanar con sus lenguas tus piernas".
Hoy no sonó el despertador, el café no se preparó. ¿Es ya algo distinto? Dos minutos más en cama y todo cambiará. Dos minutos más temprano y ya no será.
En el medio oriente - pobres cabrones- la guerra, la culera de la guerra.
¿Te ofenden mis palabras? Invéntate entonces otras para la jodida miseria, invéntalas y te nombraré, con tres letras si así lo prefieres:
¿Recuerdas cuando me preguntabas, cómo lo supiste?
Sé que ahora me entiendes, lo fuiste descubriendo (quizás igual que yo) con el tiempo, mientras crecías.
Viene incluida en el paquete de ser mujer. Es una voz sabia pero celosa, le gusta que la escuches y le prestes atención. Mientras más lo haces, más se agudiza, de lo contrario guarda silencio y espera a que te las arregles sola, entonces te hace repetir por dentro, y la mayoría de las veces con cierto desconsuelo, un “ya lo sabía”.
Si te fijas bien, tiene mucho qué ver con el amor y el cuidado de ti misma y del otro. Siempre se hace presente cuando tu corazón no se acomoda ante los datos objetivos que perciben tus sentidos, puedes ver más de lo que tus ojos miran, sueles escuchar las palabras que no se dicen, y todos tus dentros están en alerta.
Hay momentos en que habla con tal certeza que da miedo, que preferirías ignorarla, pero estoy convencida de que no hay compañera más fiel que ella.
En domingo, cuando no me ves hojeo la sección de horóscopos y de vez en cuando recuerdo lo que decía mi carta astral.
Me da semáforos en rojo y me voy como si fuera verde, ni siquiera presto atención a sus preventivas. En ninguna parte lo aprendí. Habitaciones en las que no tuve que haber permanecido, manos que tuve que haber soltado de inmediato. Tiempos en los que tuve que haber salido por la puerta principal sin esperar a que la asfixia me hiciera huir por la puerta trasera. Certezas de bruja. De que él ésta vez sí es, de qué ese otro ésta vez no será. De que nos volveremos a ver. De que nunca más estaremos juntos. De que ésto está podrido y no, escúchalo bien, no hay más. Que la fecha de caducidad llegó y no hay que tener poderes sobrenaturales para detectar el olor podrido en el aire. Que la botella se estrelló pero hice como si nada hubiera escuchado aunque las manos tuvieran trozos de vidrio. Que algo viene, un gran golpe, no sé por dónde vendrá. Tengo que cuidar mis rodillas y aprender a meter las manos. Que si el corazón latía con tanta fuerza no era la taquicardia que aniquilo con un inderalici de cuarentamiligramos: ella me hablaba.
Ese sexto sentido que el poder femenino desarrolla con ventaja sobre el otro. Instinto animal que permite saber cando tu presa anda rondando o simplemente no estará cerca. Arma de doble filo que te permite prevenir y ser feliz pero también te anticipa el sufrimiento.Tan sabia que a veces, nos obligamos a pensar que está equivocada.
Despierta el sol y el tiempo transcurre moviendo al cuerpo con cotidianeidad. De vez en cuando… allí, elocuente y vencedor “algo” sucede: el día se aprieta… el cielo se derrite en significantes y la tierra los desplaza hacia adentro provocando un vuelco hacía mi centro …y entonces sé, "ESTOY VIVA".
No lo estaría si la muerte de vez en cuando, se me avisara de entre las horas.
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"De mis males, el peor"
No creo que exista como tal, la intuición. Sólo que hay momentos en los que el pecho aprieta y la sangre habla arrebatada... y se me olvida que no creo en ella.
Excluida de tu latina América -¿Es el Caribe otro continente?- Pareciera que el mar alrededor es frío, tanto más que el olvido. Tus callejuelas congeladas por el tiempo, mujeres gastadas por su dinero. Pobre, pobre la Cuba, la Libre. ¿Pobre? ¿Es la dignidad menos valiosa que el billete verde? Tú que educas, tú que alimentas, tú que resistes, incluso contra tu sangre. Como la madre tirada en boca de los hijos, hijos desterrados que reniegan de su patria – ¿de su patria o del barbado?-. Hijos anhelando una balsa, tan cerca el “new way of life” el fabuloso “american dream”. Y alégrate ahora que los hijos vuelven sin restricciones, ahora que se va descongelando poco a poco esa ley del hielo de estos, los años modernos. Y acá del otro lado del mar unos sienten pena, compasión ¿De qué? Ah querida, mi bella puta escondida, lo que pasa es que por acá tenemos a uno de los hombres más ricos del mundo, con orgullo levantamos Forbes, no, disculpa, son dos; el emprendedor y el magnífico Guzmán. Y ya con eso somos tan grandes, tan poderosos, tan falsos y rencorosos.
Pero bueno, eso a ti que te importa, si el muero que posees es para contener la furia del mar, nuestros gritos apenas si te llegan, como un murmullo de brisa por la mañana. Y ahora seremos hermanas, tu contra el mar, nosotros contra las armas. ¿Te defiendes de los peces? Todos pueden hablar, todos pueden opinar, todos creen criticar. Tan compleja como tu Habana. Somos fallidos, tanto más que tus gemidos.
¡Qué bonito pinta aquel argentino en tus edificios! Lo has repatriado. Y ahora se le ve en playeras, de gente revolucionaria “Made in Taiwan”.
Dime dónde quedó la revolución mulata vecina, dime dónde se quebró la pasión.
De frente a su malecón, pude sentir la brisa del mar que golpeaba con fuerza el pedazo de concreto que lo separaba de la calle. Me senté un momento a contemplarte, tierra de sabios escritores. De líderes audaces, de fervientes luchadores. Puerta de entrada de la civilización latinoamericana. Mezcla de las razas africanas. Son de los rumberos de colores que encuentras por doquier. Música inquietante, de alegría y verso. Gritos desesperados de libertad, pero grandes razones de sentir pertenencia a una nación.
Recorrido por la historia de los grandes libertadores. Oposición al sistema de consumismo excesivo, creador de necesidades inmundas que destruyen al ser humano lentamente. Cuna del ron santiaguero que permite saborear un poco del azúcar de su gente. Esa azúcar que te hace olvidar, y simplemente flotar en el espacio lleno de sonidos diferentes. Una trompeta, las maracas, los timbales. Uno a uno los vas descifrando.
Esa gente que de esquina a esquina te otorga abrazos con la mirada. Una mirada profunda acompañada de una sonrisa. Esa sonrisa inevitable que surge de tu rostro queriendo invadir el espacio de tus ojos, de tu nariz. Las gotas de sudor recorren la silueta de tu cuerpo lentamente mientras observas como se evapora el agua de los cañaverales. El grito desesperado del silencio de la incertidumbre de lo que los nuevos visitantes desatan al arribar a la isla.
Un sistema político diferente a cualquier otro en el mundo. He visto la fotografía del Che en estandartes de otros países. Pero no hay comparación con esa sensación de vibras sonoras que se apoderan de tu cuerpo, como si hubieras conocido ese lugar con anterioridad y hubieras regresado a casa.
El hambre existe como lo existe en América o en África, sólo que en la isla siempre habrá una bolsa de frijol qué comer. La gente quiere emigrar buscado un sueño americano utópico, que nos ha sido vendido como el ideal a alcanzar y nos ha hecho olvidar lo verdaderamente importante en la vida. No sólo en la isla caribeña sino de México a Estados Unidos, de Argelia a Europa, de India a Inglaterra.
Cuba Libre! … Como se cantaba en un principio cuando la isla era ocupada por España. Cuba Libre! … Como se canta en la actualidad… pero en esta ocasión, del imperialismo Yankee.
Las plantas de mis pies tienen un presentimiento… Son de tierras que aún no piso y melodías que se empiezan a inventar en el pabellón de mi oreja, los ojos se oscurecen en el imaginario del porvenir. Como aquello que me evoca es también lo que me hastía, mi aire nace de la bocanada aun no dada. La tierra que aun no he pisado, La mano que aun no he tomado, La mirada que aun no se escapa entre mis incógnitas.
De la tierra que no conozco Me queda lo más bello aquello que entreveo desde la antesala aquello que aun no he sido Lo único en que me aúno A ésta vida.
Progresiva, en aumento, alevosa ¿existe? No me importa, sé que la tengo. Son esas jodidas ganas de partirme en mil pedazos, de partirme hasta el último hueco. Todas las células envenenadas de esta alienación. Me repito en cada instante, como una fiera esperando ser devorada, porque la fiera ha devorado lo suficiente para entregarse sin rito a la muerte. Que vengan las bestias y me traguen poco a poco. No, no hay más bestias. Comienzo a lamer mi dedo, es tan suculento, no puedo contenerme, tengo que morderlo, que delicia sentir la sangre escurriendo por la garganta, quiero mutilarme entera. Si, una mutilación entera. Ahora tomo mi brazo, lo muerdo también, ha caído junto al dedo- delicia tal, los trozos escurriendo-. Y siguen aquí las deliciosas ganas de tragarme, quiero comerme, quiero estar dentro de mi, l i t e r a l m e n t e. Maravilloso festín, el más suculento de los platillos, he tomado mi sexo, lo muerdo, no soy más mujer, soy una bestia en cuatro patas, pierdo las palabras... bestia, bestia, bestia. Aquí otra vez, por un segundo olí mis entrañas, no puedo contenerme, tengo que tragarlas también, devorar todo lo que he devorado hasta vomitar el pasado. No, no puedo contenerme, lo intento, juego a que me trago, no puedo. No me contengo, no me lleno, no me soy en alimento, devoro lo hueco, no puedo tragar mi cara, apenas si rozo un labio. . . tan mierda esta situación que en la cúspide de mi cena he quedado petrificada.
… a la hora de querer nombrarla se me escurren las palabras sobre el papel, enciendo un cigarro mientras consigo aclarar mis ideas y hago garabatos con el humo.
Me viene entonces una serie de imágenes a la mente, suspiro emociones antiguas, casi olvidadas, y de pronto aparece tu sonrisa infantil, tu voz tartamudeando y la certeza de que tu día no es suficiente para todo lo que quieres hacer ¿dónde y cómo estás ahora, con quién?
La luna llena hoy parece más grande que de costumbre, no sé si es por la soledad de la ciudad, perla deshabitada y tranquila, como pocas veces se puede ver, pero que yo estoy disfrutando… enciendo otro cigarro.
¡Por fin! las horas son mías para hacer lo que quiera, y hoy quiero gastármelas todas leyendo mis abandonados libros, qué placer sentirme dueña absoluta de mi tiempo y de mis ganas, me acomodo en mi sillón y me transporto a otros mundos con otra gente a otras vidas… vacío el cenicero antes de encender otro cigarro, y otro, y otro más, tantos cuantas páginas voy devorando con el paso del tiempo… el paso del tiempo, el que se nos va, el que se nos acaba día con día y a todos, minutos, semanas, meses, años, el tiempo se nos va y, al menos yo, estoy acabando con el mío de muchas formas… enciendo otro cigarro.
Acostado boca abajo en el colchón que tienes en el suelo, ya que te has cansado de mirar el techo, prefieres ausentarte con cerrar los ojos y oliendo ESO. Poco comes, no lees, te da hastío hablar, haces largos paseos en tu habitación de tresmetroscuadrados. Te tiras de nuevo sobre el colchón cual yonqui a oler. Consumes lo poco que queda en tu refrigerador: una cebolla. Sabes es un asco el agua con cebolla, pero qué más da.
No cambias las sábanas porque ahora te has vuelto un coleccionista: le lloras a las migajas viejas del último bagel que ella desayunó, y quedan restos de sus cabellos en la almohada -esos que detestabas encontrar en la ducha- ahora los acaricias. El delirio que provoca la ausencia te ha llevado a pensar en hacer una peluca.
Así me nació esta violencia, ¿Cuál violencia? La del no ser… Yo NO Yo P a L A Bbbbb R a Letraa
No soy. Es violenta y violento Violentado Vioooooo leeeeentaadooooo Violen Vioo Lento
La posible perfección sólo sería alcanzable en acercamientos sucesivos pero tan lentos que el espacio-tiempo entre ellos no nos permitiría el recuerdo de su misma existencia- sucesión. Es eso violentado Soy lo violentado a través de lo que escribo/deletreo/significo
Mas allá de la ausencia de mí en el espejo (de la ausencia del reflejo “absoluto”) La violencia es romper el espejo en mis ojos.
Soy cuanto mas me alejo de estar Soy cuando miro que me miran Aunque ahí sólo esté y no sea, y no soy.
Es ése el único instante en que merece la pena creer que tengo ojos y que me sirven para ver. Igual mañana me quedo ciega o aprendo a hablar:
Los penetrados: los que abrazan, cubren, cuidan, envuelven.
Los que penetran: los que se vacían en otro cuerpo, visitan, depositan, entierran.
Los que se balancean: los que sienten, besan, respiran, seducen, se deleitan, los que aman.
De que se escurre entre las guerras, y se pierde en el asfalto. De todos los poetas y sus intentos de asalto.
De que comienza la semana y aún lo dejo en la cama.
Y si usted está necesitado se lo vendemos en un frasco, si tiene templanza lo paga en la plaza, si tiene cojones se calla los temores.
Porque de ti puedo decir solo lo que no eres. Y me atiborraré la boca de palabras a ver hasta donde creces.
Y si le digo lo que hacen usted los mete a un manicomio, y es que si acaso usted se topase en alguna avenida con eso que buscará toda su vida. . . si llegara ese momento, ¡que lo maten!
Cuentan de un hombre que se hundió en un sueño, cuando recordó lo había perdido, justo a tiempo, justo a tiempo.
Un espacio dónde se exponen varios escritos relacionados a una temática específica por semana. Espacio dónde unas cuantas fulanas, nos dedicamos a catafixiar las letras por un pedazo de entendimiendo...
