,y es que eso que buscas no lleva rostro de mujer
Quedo libre de tus crudas verdades, de todas Ellas: las de tu pasado y presente, que confieso me taladraban, de esas otras que seguramente mañana también vendrían. Que aparecerían de nosédónde. Cuando el “como siempre” comenzó a doler
Me libro de tus noches con otras, de lo cotidiano y beber desenfadadamente en la calle. De las charlas que no necesitan un pretexto de frente para existir. Me libro de tus partidas a las dos de la mañana. Quedas libre de mis visitas –porque las mías solían ser de día con falsas razones. Me libro de los paliativos que me suministrabas, de las caricias en mi flequillo mientras hablabas de temas importantes. Te liberas de mis obsesiones, de los minúsculos detalles en los que solía columpiarme, de que feche nuestra historia torcida y cien veces atropellada.
Te libras de mi insomnio, del sexo truncado en el que a veces –hemos de admitir de una vez por todas- no nos encontrábamos, no te hallaba. Los ojos que no dialogaron hasta el día en que mi partida fue anunciada. Ya no había para donde tirar.
Adiós a tus regalos que venían en forma de melodías y rojos
De eso que no sé qué fuimos
Del miedo que te tragaba
Desertora de este juego de cuatro y tres participantes
Nos acabamos el presupuesto
Se nos terminaron los recursos
Gasolina insuficiente para este viaje extraoficial
Te liberas de esto que sé no te fue suficiente.
En libertad ésta mujer. En libertad ése hombre.
C.
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