martes, 3 de noviembre de 2009

La más grande de las decisiones...(con caramelos de menta)




De vez en cuando necesito de eso, de llevarme al límite y explotar. Hoy desperté como sobreviviente de mi misma… escuchando cada parte de mi cuerpo resonar el mensaje de la vida, esa que se me va de cuando en cuando, más usualmente en momentos turbios.

Existen solo pequeños instantes en la vida en los que he sentido que realmente tengo control, es un ejercicio homeostático, esa la vida. Es que la vida me es o me pareciera tan incontrolada y abstracta que no la puedo poseer y entonces me desato.

Mi loca sin percepción de tiempo ni continuidad se desborda como la leche hirviendo; la destrucción. No me atrevo a llamarla autodestrucción porque no me basta la palabra, es una destrucción total. Me voy hacia ella queriendo beber todo el reflejo del espejo.

Hoy he sobrevivido a los días de alcohólicos reflejos y nubarrones del tiempo, días que yacen en los pétalos de una margarita. Hoy que he visto el “me quiere, no me quiere” uno a uno tirarse al vacío y dejarse llevar por el viento, hoy escuché que me quería, esa la vida, me quiere.

Así abrí los ojos del letargo y mi ventana sobreexpuso la luz de mis intuiciones.

Quiero paz.

Quiero poder decir que lo amaré hasta que muera.

Quiero poder ver todo con estos ojos de hoy, que se clavan en los espacios más limpios, entre las hojas, con cuidado y amor. Esta piel que se deja cobijar hasta por el sol sin cargos vencidos de calor ni cuentas en deuda de luz, quiero esta tranquilidad que habita en el pecho.

No quiero la tristeza ni la decepción, de saber que hay momentos en que tanta neutralidad me parece incontenible, incontrolable y me voy de mí, deshabitando mis lugares amorosos y arrojándome a una canción de luto.

Hoy desperté con el respiro del sobreviviente, la asesina me ha venido acechando por días y ayer me miró a la cara, me tomó por el cuello y ahogó cada deseo de vida en mi reflejo, pero ella no contaba con que hoy amanecería en paz. Soy mi asesina y me mato, siempre recurro a la muerte para sentirme viva.

Hoy cambiaré de personalidad. Que la asesina sólo venga si es para matarme, mientras tanto quiero vida. Me regaré con agua limpia, con cariño, luz solar, la muerte vendrá entonces no para traer vida sino para dar muerte, como debe de ser.

Quizás entonces hoy, deje de ser una vulgaridad de la vida, quizás hoy no tenga miedo a decir te quiero o a olvidarme de los cigarrillos...

RMO

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