domingo, 22 de marzo de 2009

El quinto

¿Cómo te llamarás ahora?

Y es que esa sangre caliente nos ha recorrido tantos años ya, tú jalaste el gatillo. Nos ha llevado a todos.

Y de todos tu tomaste el quinto y te rompiste en mil pedazos.

Abriría la tierra para ti, te guardaría en su vientre.

Ella no ha parado de llorar, sigue preparando tu café con leche, te espera todas las madrugadas, pendiente del teléfono. No llamarás.

Sé que eres el que trepaba el guayabo conmigo, también eres el que trabajó desde niño.

Eres el hombre más bueno, eres el más terrible de todos.

Se encienden tus ojos y llega ese demonio que habita tu piel.

Abriría la tierra en este instante, a través de estas líneas y te guardaría ahí, abriría los mares y te escondería de ti.

¿Cómo te llamas?

Nos aprendimos todos los mandamientos en su regazo ¿te acuerdas?

Las noticias están llenas de hombres como tu, de hombres como yo.

¿Y ahora como te llamas?

No matarás, no matarás, no matarás, no, TU no matarás.

Una casa grande con un front yard, una camioneta grande allroad, un perro grande, labrador.

Todo grande, grande como su miseria, grande como tu furia, grande como su miedo.

. . . y que te traigan a mi.

Lo más lejos que puedas hermano mío, lo más lejos.

Eres lo más cercano a Buñuel, maldita la hora en que apareció free taxes en tu vida.

This is our sweet american dream.

To work, to live, to die, to kill. To work to live to die to kill.

And still you are just a memory.


Lunática

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