jueves, 5 de marzo de 2009

Tema de la semana: Tiempo: La primera palabra que infectó mi boca


Todo comenzó ahí: cuando tenía quince años, y esperé maquillada en la ventana por horas. Parecía un payaso, adolescente sin mesura disfrazada para él. Cansada de esa ventana y de la figura que nunca apareció.


Él y yo en Torremolinos. Después de eso jamás llamó.


“Porque no hay fecha a la que no se llegue ni plazo que no se cumpla”. Así inicié el último correo electrónico. La última llamada, la última súplica de atención, pero siempre ha sido tarde. Nunca ha sido nuestro tiempo. Se lo hemos dejado a éste para que se haga responsable de aquello para lo que nunca hemos tenido cojones.


Tic TAC tic TAC


Te duele la panza. Ella ya casi llegará a casa.

Como si el tiempo hiciera no sé qué con nosotros. No sé qué contigo. No sé qué conmigo.

La espera es una contorsionista: ¡Mira cuánto se estira!, el reloj me escupe que sigues sin llegar, y ya no tengo quince años.

Estoy segura de que tú lo inventaste. Infectaste de tal forma mis palabras. Antes de eso yo no esperaba. Lo inventaste por cobardía. Lo inventaste por insalubre: por mero ocio.

Al tiempo le sumaste tus mentiras, tus miedos, tu minita de terrores. A mi tiempo le sumé la inmovilidad, el ser reactiva, éste contorsionismo, ¡El cuidado por tu tiempo!

El tiempo es un atleta, mira que lo he visto correr, es el gran mitómano. Trabaja en el circo: va de escapista, otras de piromaníaco.

Lo he atado a la pata izquierda de la cama y aunque lo lleno de caricias siempre me suplica que lo deje ir. Alardea de sus poderes medicinales, casi un acto de brujería. Es un verdadero cabrón, ¡Qué personaje!, casi Dios.

*C


1 comentario:

  1. que veinte años no es nada, que febril la mirada...
    pero cómo se clavan en la piel las agujas del reloj.

    me emocionas, linda.

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