miércoles, 4 de marzo de 2009

Tema de la semana: "Tiempo"

Alguien espera (¿quién: una mujer o un hombre? No importa: todos esperamos siempre). Ese alguien espera con ansias, pues, que las horas y los días y los meses pasen para que por fin llegue algo que no sabe definir (siempre ha vivido en la confusión).

Cuenta los pasos que da, ve el reloj regularmente, hojea en calendario todos los días (aunque no es necesario: siempre lleva la cuenta mental de los días pasados y venideros). Teclea palabras, lee páginas, imagina su futuro. Se prepara una, dos, tres tazas de café. Luego, por salud (o por cuidar el sueño que acelerará –o pondrá en pausa, como se quiera ver– las horas), opta por las infusiones.

Espera en la parada del camión. Espera a que le devuelvan el cambio. Espera en la fila del supermercado. Pero lo que ese alguien espera es mucho más grande que este tipo de esperas rutinarias.

Recorre la ciudad de ida y vuelta, y cronometra los minutos (u horas) que le lleva hacer estos paseos. Toma en cuenta la duración de las películas que ve en el cine (siempre escoge las más largas) y, mientras las imágenes desfilan ante sus ojos, sigue esperando que eso enorme, eso que tanto ansía, le llegue por fin. Cada noche se duerme pensando en que cada vez está más cerca de su objetivo imaginado.

Ese alguien tiene la intención de hacer correr el tiempo (sin embargo, lo deja ir sin darse cuenta). Cuando menos acuerda, lo que esperaba ha pasado ya (o lo tiene en frente, pero se percata de que ya no le interesa). Entonces, se da la vuelta hacia el lado contrario y vuelve a empezar. Espera que las horas y los días y los meses pasen para ver sí ahora sí llegará lo que siempre, siempre ha deseado. Esta vez cambiará la técnica: pasará sus días viendo fijamente el reloj digital frente a su cama, con el consuelo de que ahí, envuelto entre sus sábanas y seducido por los números rojos, se dará cuenta, ahora sí (no cabe duda), de que cada vez está más cerca.


Vera Reyes

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